Fracasa el intento de la derecha y EE UU de desestabilizar Nicaragua

La intervención de EE UU en el proceso político de Nicaragua sufrió en la segunda semana de enero un fuerte revés al fracasar el intento de los tres partidos liberales nicaragüenses que ostentan la mayoría parlamentaria –Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Movimiento Vamos con Eduardo (MVE) y Alianza Liberal Nicaragüense (ALN)–, para declarar nulas las elecciones municipales del 8 de noviembre de 2008 bajo la acusación de fraude.
Estas tres fuerzas políticas liberales, aunque de distinto signo, suman 48 diputados de los 91 que integran la Asamblea, pero han estado divididos. Además, a ellos se adhieren los tres diputados del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una escisión del sandinismo, más dos independientes.
En total podrían constituir una mayoría cualificada del 54%. La corriente neoliberal, liderada por el favorito de Washington, Eduardo Montealegre, trató en vano, durante los meses de noviembre y diciembre del pasado año, de unir a todo ese arco parlamentario opositor (PLC, MVE, ALN y MRS) en torno a la propuesta de anulación de las elecciones municipales, mientras la Administración del ex presidente George Bush contribuía con su parte a la desestabilización interna, declarando la suspensión de la ayuda a Nicaragua del Programa Reto del Milenio por un monto de 63 millones de dólares, y las fuerzas más conservadoras de la Unión Europea se disponían también a cancelar la Ayuda Oficial al Desarrollo a Nicaragua mientras el supuesto fraude no se esclareciera. Con esta ofensiva interna y externa se buscó poner al Gobierno del FSLN contra las cuerdas y desestabilizarlo hasta las últimas consecuencias.
Pero a pesar de sus muchos intentos, el ultraliberal Eduardo Montealegre no logró su objetivo. El miércoles 14 de enero de 2009, tuvo lugar en la Plaza de la Revolución el juramento de toma de posesión de los alcaldes y concejales de todo el país ante el Consejo Supremo Electoral, acto al que asistieron una buena parte de los cargos liberales elegidos. Esta aceptación legitimó los resultados municipales (105 alcaldías para el FSLN, 37 para la Alianza PLCMVE y cuatro para la ALN) y precipitó la crisis en la Asamblea Nacional, que no había podido reunirse desde la disputa electoral: ni Arnoldo Alemán ni Eduardo Montealegre, que pugnaban entre ellos para encabezar la iniciativa legislativa, lograban reunir un quórum de 47 diputados para poder garantizar la aprobación de un proyecto de ley para anular las elecciones municipales. La composición de la Asamblea (38 diputados de FSLN, 25 del PLC, 15 del Movimiento Vamos con Eduardo, seis de la ALN, tres del MRS y tres independientes) permite entender mejor la situación. Si se observa, en todas las combinaciones posibles contra el FSLN se precisa contar con los cuatro partidos opositores, pues los independientes no están seguros al completo y porque el transfuguismo es algo habitual y el FSLN estaba logrando acercamientos individuales de la oposición hasta rozar los 47 votos.
Luchas en la oposición
A esta circunstancia se añadió una nueva disputa: el requisito legal por el que la Asamblea tenía que elegir, a primeros de enero de 2009, una nueva Junta Directiva por dos años (una Presidencia, tres vicepresidencias y tres vicesecretarios), y aquí todos y cada uno pugnaban por el poder. Esta segunda disputa impedía más aún el pacto entre todos los liberales, pues tanto Arnoldo Alemán como Eduardo Montealegre, con desavenencias personales que les convierten en irreconciliables, buscaban desesperadamente hacerse con la dirección del liberalismo. Además, estos dirigentes representan intereses de sectores en ocasiones enfrentados: Arnoldo Alemán representa a los propietarios medios y empresarios agrícolas; Eduardo Montealegre, a la oligarquía financiera.
Pero, sorprendentemente, el 16 de enero, en la sesión de la tarde de la Asamblea del viernes, el FSLN se hizo con la Presidencia y parte de la Junta Directiva, quedando excluido de esos puestos el mismo Montealegre y sus 15 parlamentarios, mientras la Corte Suprema de Justicia sobreseía a Arnoldo Alemán de sus cargos de corrupción unas horas antes. Todo se aceleró el día anterior. Muchos críticos apuntaron a un pacto secreto entre el PLC y el FSLN, pero las cosas no fueron tan simples como declararía posteriormente Arnoldo Alemán en una larga entrevista concedida al director del boletín Trinchera de la Noticia. Según estas fuentes, dos de los partidos liberales (PLC y ALN) se habían visto amenazados días antes por Montealegre, cuya treta se sustentaba en que era factible destruir los liderazgos de Arnoldo Alemán (PLC) y de Eliseo Núñez (ALN) y, a continuación, absorber sus respectivas fuerzas parlamentarias para alcanzar la unión liberal ansiada, ya que con esta mayoría parlamentaria se podría triturar el Gobierno de Daniel Ortega. La Embajada norteamericana estaba esperando que cayera la fruta madura sobre las manos de su protegido Montealegre, pero, en la medida en que no lograba ese descabezamiento, el banquero y político quiso formalizar un pacto con el mismo FSLN, entregándoles la directiva a cambio de no ser procesado por el fraude de los certificados bancarios (los famosos CENI) que hizo firmar al Banco Central de Nicaragua cuando era ministro de Hacienda del Gobierno anterior de Enrique Bolaños (2002- 2006), cosa que no es posible si no es desaforado del Parlamento. Por lo visto, Alemán descubrió, el jueves 15, este doble juego y de inmediato lo transmitió a su homólogo del ALN, el cual no tiene relaciones de odio con el FSLN. Según varios indicios, fue Eliseo Núñez Hernández, presidente de la ALN, el que ejerció de interlocutor de Alemán y promovió su liberación, trabando un acuerdo en cuestión de horas con el FLSN para pactar una propuesta de distribución de cargos de la Junta Directiva que se presentaría a la Asamblea para su aprobación al día siguiente. Y, en efecto, esta propuesta en bloque fue aprobada por 65 votos de los 91 que suman la Asamblea. Los siete cargos se repartieron entre FSLN, PLC y ALN, quedando excluidos el MVE y el MRS.
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